Alfredo Padilla
A lo largo del presente 2022, se ha podido observar en diferentes partidos políticos un especial proceso de recomposición de su estructura y base militante: desde la incorporación de nuevos elementos - principalmente provenientes de institutos políticos pares o antagónicos ideológicamente, como si se tratara tan solo de un mero intercambio continuo de sus cuadros- , a la renovación de órganos de dirección.
En tal circunstancia, los militantes que por lo general se mantienen fieles a los principios y a su propia convicción, que no son propiamente los que integran los comités directivos ni ocupan cargos de representación popular y en los gobiernos, son siempre los que se preguntan por qué y para qué llegan dichos "nuevos miembros", ya que en su mayoría no aprenden ni enarbolan los principios mismos que dan sustento al partido, y más que unir se convierten en fuente de división, o en su defecto cuando se cumplen ciclos, y determinados grupos que detentan la dirección se niegan a una verdadera apertura para que sean los militantes quienes elijan en realidad a sus perfiles rectores, contribuyen sin duda a pérdida de identidad, rumbo y credibilidad ciudadana, y por ende cunden a la merma y ausencia de su razón de ser.
Un ejemplo claro de esto, se percibe de nueva cuenta en el Comité Estatal del Partido Revolución Institucional (PRI), dónde la novedad es que, según se dio a conocer recientemente, el método para ’renovar dirigencia’, sería por medio de consulta a la militancia.
Pero aunque esto se presente como algo de gran impacto y oportuno, no es más que el ’último baile’ , de un partido que está muriendo poco a poco.
Desde que el todavía presidente Enrique Díaz asumió su responsabilidad en el tricolor, este ha venido a menos, e incluso perdiendo a muchos militantes que tenían más de 20 años de trabajo genuino e ininterrumpido, generando así un descenso en su presencia y representación de los intereses ciudadanos, por lo que es un hecho que el partido gradualmente ha ido quedando en el olvido, y muy lejos de aquel PRI de los grandes eventos, de las concentraciones multitudinarias, del apoyo a la gente, para en su lugar ver únicamente la sombra de un tiempo de gloria, de cuando "era claro que se podía", y era la principal fuerza política del Estado país.
Asimismo, otro caso similar en el que parece que se va a la deriva y sin rumbo, es el de Movimiento Ciudadano (MC), que de manera irónica aún con todo y la suma anunciada de nuevos integrantes, ha tenido mayor impacto una imagen de división y confronta interna por el control del partido, y como resultado, también no pocos militantes afectados por los daños colaterales, decidieron salir y buscar otros partidos que los recibieran y brindaran un ambiente de mejores oportunidades, tal como se dio fe este martes 08 de noviembre, en encuentro con medios de comunicación, de parte de regidores y funcionarios del Ayuntamiento de Tuxpan, separándose del partido y de esta forma dejándole prácticamente sin representación alguna en gobiernos municipales, y hasta cierto punto desahuciado.
No se ha entendido pues, la abrupta configuración política, social y de gobierno de una nueva realidad, y la inevitable necesidad de adaptarse con verdadero oficio para entender el tiempo, circunstancia y posibilidades de cada actor de frente a las propias demandas de la ciudadanía. Solo queda esperar que el aprendizaje de partidos y de gobiernos no lleve más tiempo, conduciendo al pueblo a nuevos niveles de movilización y empiece a suplir estratégicamente el papel de quienes simplemente no quieran adaptarse.
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